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Buenos Aires, Argentina

lunes, 28 de junio de 2010

Te ví y te sentí. No quise, pero apareciste cuando yo menos lo esperaba, cuando mi mente no dependía de tu presencia ya, cuando mi corazón comenzaba con esa rutina que tenía en manos, antes de conocerte. Mis ojos ya se habían adaptado a no verte y mi corazón a no sentirte. Pero por esas casualidades, o quizá porque el segun llamado "destino" quiso, apareciste y te sentí, te sentí tan bien. Quizá él quería que aparecieses, quizá una nueva historia quería dibujar en nuestros caminos para nuestro bien, sólo quizá. Pero ya no tengo ánimos para creer en que un mundo mejor pueda llegar a aparecer. Saco fuerzas desde los profundo del alma, allí en donde mis sueños se esconden y mis lágrimas se conservan.
Fue como si nuestras miradas hablaran por sí solas, como si tuvieran lenguaje propio y nuestros cuerpos sólo fuesen testigos de su charla. ¿Acaso es posible encontrar a alguien que no sólo comprenda tus palabras, sino también tus miradas? ¿es posible que hayas podido descifrar mi corazón reflejado en mis propios ojos? ¿acaso comprendiste que mi alma ya te había olvidado? pero apareciste, y apareciste tan bien, tal cual mi mente había imaginado tu prescencia.
No hablé, no quería estropear el acto de nuestras miradas. A veces ellas se comprenden mejor que tantas palabras. A veces las palabras también, arruinan lo bello que las miradas producen.
Te ví y fui feliz. Esa felicidad que resplandece desde las pupilas que logran reflejar el estado puro del alma. Te vi y sonreí. Esa sonrisa que se escondía en lo profundo de mi corazón, esperando salir en el momento adecuado. Te ví y me volviste a enamorar, otra vez.
(quizá tus miradas fueron un engaño y volví a caer en una trampa repetitiva. Parece volver esa rutina, ese sentimiento de soledad, esa sensación de estar sin vos.. así estoy bien. Verdaderamente ¿lo estoy?)

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